sábado, 12 de diciembre de 2020

QUINTO BLOQUE. Creación literaria.

La creación literaria es otro aspecto importante para el proceso de formación de los aprendices de educación primaria. La creatividad e imaginación deben estar presentes para las creaciones. Debemos aprovechar que están aún en edades donde ambas habilidades están presentes. Escribir nos puede ayudar para reflexionar sobre diferentes motivos, e incluso para reflexionar sobre cuestiones personales. La escritura y el acto de creación puede llegar a ser muy beneficioso para cualquiera de nosotros. 

Es por ello que considero esta propuesta muy interesante. Como docente, tendré que conocer las diferentes estrategias que existen para crear textos en prosa, así como poemas y obras teatrales. A continuación expongo mis tres creaciones literarias, así como las estrategias escogidas y el curso al que van destinados. 

Quiero comenzar con mi creación de un texto poético, realizado con la estrategia denominada "¿Cómo te llamas?", destinada a los cursos de 1º y 2º de primaria. 

Mi nombre es Natalia:

Nobleza.

Alegría.

Tesón.

Amor.

Lealtad.

Introversión.

Agradecimiento.

Por cada letra de mi nombre, he escogido diferentes sustantivos que me describen: nobleza, alegría, tesón, amor, lealtad, introversión y agradecimiento. Ahora es vuestro turno, ¿quiénes sois vosotros?

En esta actividad de creación literaria, he escogido la estrategia en función de los cursos elegidos. Se tratan de aprendices de 6 y 7 años, es decir, son niños y niñas que aún están formando y desarrollando su propia identidad. Es por ello por lo que actividades como estas, no solo les hacen desarrollar su creatividad y confianza, sino que además les puede ayudar en su proceso de búsqueda del yo. Además, tendrán que relacionar esos adjetivos o sustantivos que les definen a cada uno, con el mundo en el que viven, puesto que gracias al entorno todos nosotros desarrollamos esas personalidades y rasgos cualitativos.



A continuación incluyo mi segunda creación, esta vez en prosa para los cursos de 5º de primaria. He utilizado la estrategia denominada "La liberación de la mujer"

Los aprendices de estas edades, 10 y 11 años, ya tienen el desarrollo cognitivo, social y cultural lo suficientemente desarrollado como para comprender este tipo de textos, que además de su complejidad escrita en cuanto a vocabulario y formación de oraciones, incluye un valor muy importante como es el de la búsqueda de la igualdad y empoderamiento de la mujer. 

EL SALTO DE RAPUNZEL.

Imagino que conoceréis la historia de Rapunzel, una princesa raptada por una mujer que deseaba ser joven eternamente. Resultaba que la joven princesa poseía unos poderes mágicos que curaban y regeneraban todo lo que tocaba con su pelo, si ésta cantaba. Rapunzel vivía encerrada en una torre sola y sin más compañía que la de un camaleón y aquella malvada mujer. Rapunzel dibujaba, cantaba, cosía, cocinaba y leía día tras día. El mismo día del año, al anochecer, se asomaba a su ventana para ver unos farolillos que casualmente salían siempre el día de su cumpleaños. Sentía un sentimiento que desconocía pero que siempre aparecía aquel día y aumentaban al ver aquellos objetos voladores. Su mayor sueño era descubrir de dónde salían y conocer el mundo exterior. Pero su “madre” nunca la dejaba salir de aquellas paredes movida por su avaricia y egoísmo, disfrazados de una falsa protección llena de amor hacia Rapunzel. En el cuento y en la película Disney, Rapunzel consigue escapar de la torre y conseguir sus sueños gracias a la ayuda de un joven ladrón, que aunque comienza ayudándola por interés, termina enamorándose de la princesa.

Pero… ¿y si esto no fuera del todo cierto?, ¿queréis saber cuál pudo ser la verdadera historia? Tendréis que averiguar por vosotros mismos qué versión os gusta más, pero solo podréis lograrlo leyendo este relato y dejando que vuestra imaginación os conduzca a lugares que nunca habíais descubierto...

Rapunzel era una princesa separada de sus padres al nacer debido a sentimientos como la avaricia, el egoísmo y la maldad. Una mujer con bastantes experiencias sobre sus espaldas, sufridora de rechazos, amenazas, críticas, envidias, zancadillas e insultos, deseaba volver a su juventud para volver atrás en el tiempo y curarse de todas las heridas que aún tenía sin cerrar. Lo deseaba con todas sus fuerzas, deseaba revivir una vida donde ella reaccionara de otra manera, y donde su fortaleza interior saliera para combatir con un mundo cruel e insoportable. Intentó de múltiples maneras volver a serlo, pero después de un tiempo, aceptó que el transcurso de la vida es irreversible y que lo único que aún está en nuestras manos es el presente y el futuro. Hasta que un día, cuando ya daba todo por perdido, oyó algunos comentarios del pueblo donde vivía sobre el nacimiento de la princesa. Días después, descubrió algo impredecible: la princesa tenía poderes cuando cantaba, que curaban y rejuvenecían todo lo que tocara. La mujer no dudó en trazar un plan para conseguir rejuvenecer con aquellos extraños poderes.

Tras varios intentos de acercarse a los reyes, y ante miles de negativas por pasar al palacio, una noche decidió colarse en los aposentos de los reyes para que la princesa cumpliera su sueño. Pero el tiempo corría y a pesar de que consiguió tener a la niña en sus brazos, no pudo activar su magia, así que decidió llevársela por un día. Se dirigió a su hogar, una alta torre aislada de todo el mundo y rodeada de la naturaleza.

A la mañana siguiente, descubrió que si la niña reía o cantaba, su pelo se iluminaba y con ello rejuvenecía a la mujer. Sus ojos se humedecieron y contemplándose en el espejo, retrocedió al fin en el tiempo y su corazón fue feliz de nuevo. Al anochecer, de vuelta al castillo, observó que su juventud se desvanecía y que por ello, necesitaba a la princesa a su lado durante toda la vida, si quería conservar su felicidad. Así que decidió criarla ella y cuidar su felicidad hasta la eternidad.

Con el paso de los años, la princesa Rapunzel tenía más y más ganas de salir, pero las prohibiciones de su madre eran contundentes, y debía conformarse con observar el mundo desde su pequeña ventana. Descubrió que el día de su cumpleaños, salían de un lugar alejado, unos farolillos. Su sueño era conocer el mundo y descubrir de dónde procedían aquellos farolillos. No sabía por qué, pero sentía un sentimiento que conocía de algo y que nunca sentía salvo en aquellas noches. 

En su 18 cumpleaños, no pudo reprimir más sus instintos, y decidió escaparse de aquella torre, para volver al día siguiente. Necesitaba vivir, conocer a personas, conocerse a sí misma. En aquel lugar no podía descubrir quién era ella, ni de dónde venía. Su pelo había crecido mucho, puesto que nunca se lo había cortado, para que sus poderes no se extinguieran. Rapunzel había convivido con ellos desde siempre, por lo que no le extrañaba su existencia. Eran parte de ella. Descubrió una trampilla escondida en un rincón de la habitación. Se trataba de un trozo de madera agrietado y de un marrón muy oscuro. Tras muchos esfuerzos y después de varios días estudiando su mecanismo y reflexionando sobre la mejor forma de forzarla, logró abrirla. En aquel momento sintió una presión muy fuerte en su pecho; tenía miedo por no ser capaz de sobrevivir en un mundo donde nunca había estado, pero a la vez necesitaba salir y descubrir sus orígenes. Así que tras unos segundos, se internó por la trampilla sin saber aún qué le deparaba aquella gran aventura que estaba a punto de vivir. Su vida comenzó en aquel momento.

Se encontraba en un lugar extraño, nunca se lo había imaginado de aquella forma. Parecían túneles. Era un lugar muy frío y húmedo. Todo estaba a oscuras. Rapunzel tenía mucho miedo, su cabeza le decía que parase, pero su corazón le rogaba que continuara a pesar de las incertidumbres. Durante el trayecto, su cabeza pensaba y pensaba. Reflexionaba sobre todos esos años encerrada, pensaba también sobre quién era, cómo era, y cómo le gustaría ser. Sus pensamientos vagaron por un sinfín de lugares, algunos conocidos y otros en los que nunca había estado. Sentía pavor y estaba muy aturdida por estar haciendo aquello tan peligroso y desconocido. No sabía si estaba haciendo lo correcto, ni si sería capaz de lograr llegar a alguna parte sin que antes se hiriera o fuera raptada por cualquiera que pasase por allí. Se sentía débil y cansada. Pero a pesar de todo, continuaba caminando. Paso tras paso, y con la mirada al frente, guiada por sus instintos y confiando en ella misma. En su interior tenía una energía que la guiaba hacia delante y que la hacía confiar a pesar de todo.

Por fin divisó una franja de luz que provenía de una puerta vieja de madera. Estaba cerrada. <<¿Y ahora qué, Rapunzel? Me he vuelto loca, no puedo hacerlo, no debo hacerlo>>. Pero seguía forcejeando aquella puerta. Cuando estuvo a punto de rendirse, la puerta se abrió, deslumbrándola. Sus ojos se cerraron ante la inmensa luz que entraba de repente. Poco a poco, fue abriendo los ojos y descubriendo un mundo extraordinario. Puso un pie en el exterior, temerosa de que de pronto se callera ante el peso de su pie. Observando que no ocurría nada, salió definitivamente y lo que sintió fue indescriptible. Saltó, gritó, corrió y respiró un aire tan puro que hizo que llorara de alegría. Se tomó un tiempo para recomponer aquel torbellino de emociones y autoconvenciéndose que lo había logrado. ¡Era libre!

Caminó hacia el punto de donde siempre ascendían los farolillos, y tras varias semanas, llegó al fin a un pequeño pueblo, donde vislumbró una imagen de una princesa bebé que la recordaba mucho a ella. Conoció y trabajó con muchas personas como aprendiz. Con el paso del tiempo, la gente del pueblo iba conociendo a Rapunzel, y se hizo conocida por su gran personalidad: trabajadora, generosa, luchadora, incansable, soñadora y, sobre todo, agradecida a todo aquel que la aceptaba en su oficio y que la pagaba con un techo bajo el que dormir, agua y comida. Todo el mundo hablaba de ella, tanto que llegó a ser el centro de muchas de las conversaciones dentro del palacio. Los reyes escuchaban al principio sin gran interés sobre aquella joven entrañable que había abandonado a su madre y a su hogar, pero que lo necesitaba para poder llegar a ser feliz.

 Pero con el paso de los días, semanas e incluso meses, cada vez más personas hablaban de la joven nombrándola por su nombre: Rapunzel. A los reyes les extrañó enormemente que cualquier joven tuviera ese nombre, puesto que había sido inventado por ellos mismos en honor a sus antepasados. Hasta que de pronto, se dieron cuenta de quién se trataba, e investigaron interrogando a todo aquel que hablaba sobre ella. Tras varias respuestas no muy precisas y con informaciones poco detalladas, descubrieron a un mercader que afirmaba que la joven trabajaba con él, intercambiando productos con los inmigrantes que llegaban al reino. El mercader les informó que al final del día, Rapunzel iría al puesto como cada atardecer, para contabilizar las ventas obtenidas. Así que los reyes no dudaron en esperar hasta el atardecer. Con la mente perdida en el horizonte, y los pensamientos de ambos vagando por los recuerdos y anhelos de reencontrarse con su hija, los reyes aguardaban esperanzados y con los ojos muy abiertos. Cuando creían que no llegaría la joven, divisaron al final de la calle una sombra de una mujer esbelta cargada de cestas y dirigiendo un carro, con un largo pelo trenzado tras su espalda. A tan solo unos pasos de reencontrarse, los reyes se levantaron y caminaron hacia el frente, acortando así la larga distancia entre ellos. La princesa no se percató de su presencia hasta escasos metros. Levantó la mirada y observó a dos personas con dos coronas sobre sus cabezas. No sabía quiénes eran ni de dónde venían, pero las coronas gritaban al viento que eran los reyes del reino. Rapunzel se quedó inmóvil, confundida y sorprendida de que aquellos reyes se interpusieran en su camino. Los reyes se miraron entre sí, con una gran sonrisa y los ojos llenos de lágrimas que amenazaban con caerse sobre sus mejillas. Miraron de nuevo a Rapunzel y exclamaron:

-        - ¡Hola, hija!, ¿eres tú, Rapunzel?

Rapunzel seguía sin comprender, pero al ver de nuevo sus rostros de alivio y felicidad, observó sus rostros y encontró en ellos sentimientos que tenía olvidados: añoranza y amor. Se fijó en sus rasgos faciales, e incluso en sus miradas, que le transmitían una familiaridad que la dejó paralizada. ¡Aquellos reyes eran sus padres! Tras una larga mirada que iba convirtiéndose en reconocimiento, los tres se abrazaron.

Rapunzel narró de vuelta a su verdadero hogar, cómo fueron sus primeros 18 años de vida, dónde estuvo y con quién. Les contó también cómo consiguió escapar y su largo camino hacia el reino. Los padres se quedaron boquiabiertos y sorprendidos de que hubiera sido capaz de conseguir todo aquello y sobre todo, sin ayuda de nadie.

Ya a punto de llegar al castillo, se toparon con la “madre” de Rapunzel. La princesa no la reconoció puesto que era muy muy vieja. No obstante, cuando ésta le habló, en seguida supo quien era. Los reyes entendieron todo, y rápido encomendaron a los soldados que la atraparan y encarcelaran. La mujer vieja lloró y lloró, gritando:

-        - ¡No, por favor! Solo quiero despedirme de la princesa. Tened piedad, solo necesito dos minutos con ella. Se lo debo.

Rapunzel dio el alto a los soldados y accedió a hablar con ella. Se sorprendió cuando escuchó sus disculpas, y notó la culpabilidad y sufrimiento en su voz. Comprendió entonces sus motivos reales que la llevaron a actuar de aquella manera. Solo necesitaba retroceder en el tiempo y conseguir sentirse amada y respetada. Y no supo qué decir cuándo la mujer le dijo:

-        Pero Rapunzel, ya no quiero rejuvenecer, porque ya he conseguido ese amor y ese respeto que tanto añoraba.

-        - ¿Dónde?, ¿cuándo? - preguntó Rapunzel sin llegar a comprender.

-       -  Contigo, durante estos 18 años. Gracias, Rapunzel, porque a pesar de no comprender por qué debías vivir alejada de todos, seguiste queriéndome y respetándome cada día. Por eso te pido perdón, Rapunzel. Porque no supe valorar aquello que tanto soñaba. Me has dado una lección muy importante…

Rapunzel seguía sin comprender por qué aquella mujer, lloraba y la agarraba pidiéndole que le escuchara.

-        … - Me has hecho comprender que soy y he sido yo la que no he sabido vivir el presente y fijarme en lo positivo de cada circunstancia ni de las cualidades de cada persona. Gracias, Rapunzel, te debo la vida.

Y de pronto, la mujer se giró y fue desapareciendo poco a poco. Los reyes volvieron con los soldados, dispuestos a atraparla, pero Rapunzel lo impidió y la dejó ir. 

Se quedó de pie, sin decir una palabra más, observando a la que había sido su madre.

 

Considero que este tipo de textos literarios pueden hacer reflexionar a los aprendices sobre muchos aspectos diferentes de sus propias vidas, además de ayudarles a forjar una opinión propia con respecto a temas sociales tan controvertidos.


Y finalmente, para 6º de primaria, he creado un texto dramático con la estrategia llamada "La bandera". He escogido esta estrategia ya que en los aprendices de aproximadamente 11 años puede llegar a ser muy enriquecedora. Se trata de niños y niñas, que se encuentran aún en el proceso formativo donde continúan desarrollando su yo y comprendiendo quiénes son ellos y el mundo que les rodea. Crear textos de sus países, en función de lo que para cada uno de ellos es importante y esencial, es una forma que desde mi punto de vista, les ayuda a forjar no solo su identidad personal, sino también la colectiva: cómo querrían que fuera el mundo, la sociedad, qué aspectos positivos y negativos observan en ella, cambios que ellos realizarían, etc. Creando sus propios países, aumentará su interés e ilusión por cambiar aquellos aspectos que consideren que tiene que cambiar nuestra sociedad. He decidido hablar sobre la empatía, un valor que creo que debe primar en cualquiera de nosotros, y además considero que los aprendices de estas edades la poseen en gran medida. De alguna manera, utilizaría este texto en el aula para hacerles ver lo importante que es y fomentarles aún más ese valor innato que poseen para que nunca lo pierdan.

EMPATILANDIA.

En un planeta no muy lejano al que conocemos y vacío en casi toda su extensión, se encontraba un país llamado Empatilandia. Se trataba de un territorio, donde todos sus habitantes empáticos convivían todos con todos. No eran muchos, pero nunca se separaban unos de otros.

Si alguno de ellos se sentía triste, enfadado, alegre, rabioso, furioso, aburrido, divertido, al menos otro de ellos empatizaba con el que sintiera una emoción determinada. No eran humanos, pero tenían características muy similares a ellos. Todos los días sentían hasta mil emociones, por lo que la ayuda de los demás siempre era muy importante. Cuando se sentían escuchados, comprendidos y apoyados, su emoción era capaz de compartirse, mantenerse visible en forma de humo para después guardarse para siempre en su corazón, en un despartimiento. Ese acto era conocido por los ciudadanos como “Exteriorización”. Si ese proceso no sucedía, era porque nadie había escuchado y comprendido al que lo hubiera necesitado, y aquel o aquella que lo hubiera experimentado sufriría grandes dolores en el corazón para siempre, a no ser que encontrara un consuelo. Por fortuna, nunca había llegado a pasar, porque los empáticos conocían todas las consecuencias gracias a la enciclopedia escrita por sus antepasados.  Conozcamos a algunos de los habitantes:

ARWEN: ¡Eh, chicos! Ayer fue un gran día, pudimos plantar muchos árboles, ya era hora…

MIRIEL: Sí, porque nuestros hogares dependen de ellos. Sin ellos no podríamos fabricar casitas de madera, ni columpios, ¡ni cajas de madera para la ceremonia!

ARWEN: Espera… ¿no sientes algo?

CIRDAN: ¿Qué dices Arwen? Yo no noto nada… - Cirdan era muy pequeño, tenía apenas 5 años y aún estaba comprendiendo la importancia de ser sensibles a los sentimientos de los demás. Estaba formándose aún en la escuela de las emociones, y le costaba bastante entender lo que le explicaban.

MIRIEL: Creo que son Lories y Légolas. Vamos a ver qué puede estar ocurriendo.

Se dirigieron a la casa situada en el árbol principal. Lories y Légolas eran los compañeros del colegio de Cirdan y estaban muy asustados.

FINROD: Menos mal que habéis venido, no encuentro por ningún lado a los demás, deben estar trabajando en la nueva instalación de curaciones.

MIRIEL: ¿Qué está pasando? Hemos notado algo extraño y nos palpita el corazón como cuando ocurre algo a alguno de los nuestros.

FINROD: Son Lories y Légolas, no paran de llorar y no consigo que me expliquen qué les ocurre. Les noto muy nerviosos, asustados y están desolados.

ARWEN: Trataremos de lograr que nos cuenten lo sucedido entre los tres, ¿seis ojos y manos mejor que dos no?

Se dirigieron al lugar donde se encontraban los niños.

ARWEN: Chicos, ¿estáis bien?, ¿qué os ocurre? - Los niños miraban horrorizados a Arwen, Finrod y Miriel, sin poder expresar ninguna palabra, solo se podían escuchar sus sollozos.

FINROD: ¿Veis? No sueltan prenda, y ya no sé que podemos hacer. A lo mejor deberíamos irnos y dejarles solos para que se tranquilicen, ya nos buscarán cuando necesiten contarnos todo.

MIRIEL: ¡Ni hablar! Iros vosotros, yo me quedaré aquí.

ARWEN: Finrod, creo que deberías irte, los niños parecen no estar a gusto y cuanta menos gente haya aquí mejor. Iré a buscarte en cuanto sepamos algo – Finrod asintió, esperando que su marcha ayudara de alguna forma a aquellos pequeños.

MIRIEL: Arwen, esto es lo que haremos, nos sentaremos a su lado y esperaremos pacientemente a que estén preparados para contarnos lo sucedido. ¿De acuerdo? - Arwen asintió, sabía que Miriel conocía bien a los niños y que tenía una sintonía que a él le costaba tener a veces. No obstante el corazón le palpitaba igual de fuerte, ya que no soportaba ver a nadie sufriendo.

Ambos se sentaron al lado de los niños, y éstos se quedaron sorprendidos al observar que no les interrogaban y que esperaban pacientemente a que hablaran. Miriel, cuando notó que los niños se iban calmando, se acurrucó junto a ellos para darles el amor que notaba que necesitaban. Y pronto, sucedió la magia: los niños comenzaron a contarles qué sentían.

LORIES: Estamos muy tristes.

LÉGOLAS: Y asustados. Hemos visto una sombra y hemos huido hasta aquí pero tenemos miedo de que nos descubra y nos haga daño.

ARWEN: No os preocupéis, esa sombra no os hará nada. Es una compañera a la que debéis acostumbraros porque aparecerá en algunos momentos de vuestra vida. 

LORIES y LÉGOLAS: ¿Qué? - no comprendían lo que les contaba Arwen.

MIRIEL: Lories, Légolas, esa sombra es el sentimiento de la añoranza, aparece cuando echáis de menos algo o a alguien. ¿Echáis de menos algo? - Los niños asintieron efusivamente.

LORIES: Nuestro antiguo bosque. Nuestros padres, Elentari y Cirdan, tuvieron que cambiarse de bosque para colaborar en la construcción y tuvimos que acompañarlos.

MIRIEL: Os comprendo, pero pensad que aquí encontraréis nuevos amigos y juegos y que aprenderéis también muchas cosas. ¿Queréis venir con nosotros a la ceremonia de nuestra ciudad?

Los niños asintieron de nuevo, con los ojos llenos de ilusión. La sombra desapareció y los latidos de los corazones de Arwen y Miriel se calmaron de nuevo, sustituyéndose por el hormigueo de sus cuerpos que indicaba calma y alegría.

Durante la ceremonia, los tres niños observaron por primera vez el proceso de exteriorizar las emociones, y cómo los ciudadanos que lo realizaban se sentían mejor y mucho más sosegados. No supieron por qué pero comprendieron la importancia de compartir las experiencias y emociones, y con ello también comprendieron que la empatía hacia los demás es vital para ellos mismos y para todos los que les rodean.

LORIES: Acabo de entender todo, la sombra, los pálpitos del corazón, las miradas de los empáticos con los que nos hemos cruzado, ¡y hasta creo que he conseguido ser empático!

LÉGOLAS: Siento lo mismo, pero no sé si soy empático o no. No escuché a Cirdan cuando sabía que estaba enfadado, ni a Eldar cuando estaba solo y me miraba pidiéndome compañía. Tampoco celebré la alegría de Indis…

ARWEN: Légolas, si estás descubriendo todas esas emociones de los otros, y reflexionando lo que no supiste o no quisiste hacer, estás aprendiendo a ser empático – Légolas le miró con los ojos muy abiertos, esperanzado.

De vuelta a casa, todos observaron a Finrod que estaba sentada llorando, desconsolada. Todos sintieron de nuevo los latidos pero fue Légolas quien, decidido a ayudar a Finrod, se dirigió a ella para abrazarla muy fuerte. Intuía que necesitaba su cariño porque pensaba que no había estado a la altura aquella tarde.

FINROD: ¡Légolas!, ¿Qué haces? - Légolas lloró con ella, abrazándola aún más fuerte.

LÉGOLAS: No te preocupes por nada, sí nos ayudaste aunque no lo creas. Con tu presencia sabíamos que no nos pasaría nada. ¡Gracias Finrod!

FINROD: Gracias a ti, pequeño empático.

Todos en Empatilandia aprendían en qué consiste el ciclo de sus vidas: nacer, crecer, aprender y morir, pero también comprender qué es empatizar y lograr aprender a ser generosos con las emociones y sentimientos propios y ajenos. ­Solo lograrán vivir si consiguen desarrollar el gran valor de la empatía. 


Finalmente, les enseñaría la bandera que he creado del país Empatilandia:


Les explicaría que el símbolo de la empatía es el que se muestra en la bandera y que he escogido el color verde porque es el color de la Naturaleza, y el relato se desarrolla en un entorno natural. Por otro lado, el color verde es uno de los más ligados a las ideas de serenidad, esperanza y calma así como con lo espiritual. Es un color que para mí representa el alma y las emociones.


CONCLUSIÓN.

Esta propuesta ha sido también un reto para mí. La creación de textos es una tarea que es complicada desde mi punto de vista ya que requiere de mucha creatividad e imaginación. Ha sido un camino frustrante por momentos, pero en otros me he sentido realizada por haber conseguido crear textos de diferentes géneros que además se adaptan al desarrollo evolutivo y cognitivo de los niños y niñas de diferentes cursos de educación primaria. Como comentaba en el inicio de esta propuesta, la creación literaria es esencial para el proceso formativo de los aprendices. Desgraciadamente, en la escuela no se le presta mucha atención y se suele dejar de lado. Es por ello que esta propuesta ha sido muy interesante para mí puesto que no solo he tenido que realizar varias creaciones, sino que también me ha hecho comprobar la importancia que tiene y lo fácil o difícil que puede llegar a ser. Desde mi punto de vista, todos nosotros y nosotras deberíamos crear textos literarios, porque nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, a interiorizar aspectos de nuestra vida cotidiana a los que tenemos en un segundo plano, pero también a poner sobre la mesa nuestros deseos y aspiraciones. Si para nosotros, los adultos, es enriquecedor este proceso literario, para los niños y niñas aún más. Además, los aprendices cuentan con grandes ventajas: su creatividad e imaginación son desbordantes, por lo que probablemente tengan menos obstáculos que muchos de nosotros y nosotras. Por otro lado, les enriquecerá enormemente su proceso de aprendizaje y de construcción de la personalidad e identidad. 

En definitiva, la creación literaria ha sido un descubrimiento para mí, en el sentido de que he descubierto que soy capaz de crear textos y que no es tan difícil si se practica de forma continuada. Porque la creatividad e imaginación se pueden trabajar, y como futuros docentes, tenemos el deber de desarrollar este tipo de procesos y habilidades, por nosotros y por todos los niños y niñas que en un futuro no tan lejano nos tomarán como unos referentes y podrán descubrir mundos nuevos con nuestra ayuda, guía, esfuerzo e inspiración. 

ARTÍCULO FINAL

 INTRODUCCIÓN. En este artículo final, pretendo dejar constancia de todos mis procesos de aprendizaje, así como los propios conocimientos qu...