La creación literaria es otro aspecto importante para el proceso de formación de los aprendices de educación primaria. La creatividad e imaginación deben estar presentes para las creaciones. Debemos aprovechar que están aún en edades donde ambas habilidades están presentes. Escribir nos puede ayudar para reflexionar sobre diferentes motivos, e incluso para reflexionar sobre cuestiones personales. La escritura y el acto de creación puede llegar a ser muy beneficioso para cualquiera de nosotros.
Es por ello que considero esta propuesta muy interesante. Como docente, tendré que conocer las diferentes estrategias que existen para crear textos en prosa, así como poemas y obras teatrales. A continuación expongo mis tres creaciones literarias, así como las estrategias escogidas y el curso al que van destinados.
Quiero comenzar con mi creación de un texto poético, realizado con la estrategia denominada "¿Cómo te llamas?", destinada a los cursos de 1º y 2º de primaria.
Mi nombre es Natalia:
Nobleza.
Alegría.
Tesón.
Amor.
Lealtad.
Introversión.
Agradecimiento.
Por cada letra de mi nombre, he escogido diferentes sustantivos que me describen: nobleza, alegría, tesón, amor, lealtad, introversión y agradecimiento. Ahora es vuestro turno, ¿quiénes sois vosotros?
En esta actividad de creación literaria, he escogido la estrategia en función de los cursos elegidos. Se tratan de aprendices de 6 y 7 años, es decir, son niños y niñas que aún están formando y desarrollando su propia identidad. Es por ello por lo que actividades como estas, no solo les hacen desarrollar su creatividad y confianza, sino que además les puede ayudar en su proceso de búsqueda del yo. Además, tendrán que relacionar esos adjetivos o sustantivos que les definen a cada uno, con el mundo en el que viven, puesto que gracias al entorno todos nosotros desarrollamos esas personalidades y rasgos cualitativos.
Los aprendices de estas edades, 10 y 11 años, ya tienen el desarrollo cognitivo, social y cultural lo suficientemente desarrollado como para comprender este tipo de textos, que además de su complejidad escrita en cuanto a vocabulario y formación de oraciones, incluye un valor muy importante como es el de la búsqueda de la igualdad y empoderamiento de la mujer.
EL SALTO DE RAPUNZEL.
Imagino que conoceréis la historia de Rapunzel, una princesa
raptada por una mujer que deseaba ser joven eternamente. Resultaba que la joven
princesa poseía unos poderes mágicos que curaban y regeneraban todo lo que
tocaba con su pelo, si ésta cantaba. Rapunzel vivía encerrada en una torre sola
y sin más compañía que la de un camaleón y aquella malvada mujer. Rapunzel
dibujaba, cantaba, cosía, cocinaba y leía día tras día. El mismo día del año,
al anochecer, se asomaba a su ventana para ver unos farolillos que casualmente
salían siempre el día de su cumpleaños. Sentía un sentimiento que desconocía pero
que siempre aparecía aquel día y aumentaban al ver aquellos objetos voladores.
Su mayor sueño era descubrir de dónde salían y conocer el mundo exterior. Pero
su “madre” nunca la dejaba salir de aquellas paredes movida por su avaricia y
egoísmo, disfrazados de una falsa protección llena de amor hacia Rapunzel. En
el cuento y en la película Disney, Rapunzel consigue escapar de la torre y
conseguir sus sueños gracias a la ayuda de un joven ladrón, que aunque comienza
ayudándola por interés, termina enamorándose de la princesa.
Pero… ¿y si esto no fuera del todo cierto?, ¿queréis saber
cuál pudo ser la verdadera historia? Tendréis que averiguar por vosotros mismos
qué versión os gusta más, pero solo podréis lograrlo leyendo este relato y
dejando que vuestra imaginación os conduzca a lugares que nunca habíais
descubierto...
Rapunzel era una princesa separada de sus padres al nacer
debido a sentimientos como la avaricia, el egoísmo y la maldad. Una mujer con
bastantes experiencias sobre sus espaldas, sufridora de rechazos, amenazas,
críticas, envidias, zancadillas e insultos, deseaba volver a su juventud para
volver atrás en el tiempo y curarse de todas las heridas que aún tenía sin
cerrar. Lo deseaba con todas sus fuerzas, deseaba revivir una vida donde ella
reaccionara de otra manera, y donde su fortaleza interior saliera para combatir
con un mundo cruel e insoportable. Intentó de múltiples maneras volver a serlo,
pero después de un tiempo, aceptó que el transcurso de la vida es irreversible
y que lo único que aún está en nuestras manos es el presente y el futuro. Hasta
que un día, cuando ya daba todo por perdido, oyó algunos comentarios del pueblo
donde vivía sobre el nacimiento de la princesa. Días después, descubrió algo
impredecible: la princesa tenía poderes cuando cantaba, que curaban y
rejuvenecían todo lo que tocara. La mujer no dudó en trazar un plan para
conseguir rejuvenecer con aquellos extraños poderes.
Tras varios intentos de acercarse a los reyes, y ante miles
de negativas por pasar al palacio, una noche decidió colarse en los aposentos
de los reyes para que la princesa cumpliera su sueño. Pero el tiempo corría y a
pesar de que consiguió tener a la niña en sus brazos, no pudo activar su magia,
así que decidió llevársela por un día. Se dirigió a su hogar, una alta torre
aislada de todo el mundo y rodeada de la naturaleza.
A la mañana siguiente, descubrió que si la niña reía o
cantaba, su pelo se iluminaba y con ello rejuvenecía a la mujer. Sus ojos se
humedecieron y contemplándose en el espejo, retrocedió al fin en el tiempo y su
corazón fue feliz de nuevo. Al anochecer, de vuelta al castillo, observó que su
juventud se desvanecía y que por ello, necesitaba a la princesa a su lado
durante toda la vida, si quería conservar su felicidad. Así que decidió criarla
ella y cuidar su felicidad hasta la eternidad.
Con el paso de los años, la princesa Rapunzel tenía más y más
ganas de salir, pero las prohibiciones de su madre eran contundentes, y debía
conformarse con observar el mundo desde su pequeña ventana. Descubrió que el
día de su cumpleaños, salían de un lugar alejado, unos farolillos. Su sueño era
conocer el mundo y descubrir de dónde procedían aquellos farolillos. No sabía
por qué, pero sentía un sentimiento que conocía de algo y que nunca sentía
salvo en aquellas noches.
En su 18 cumpleaños, no pudo reprimir más sus instintos, y
decidió escaparse de aquella torre, para volver al día siguiente. Necesitaba
vivir, conocer a personas, conocerse a sí misma. En aquel lugar no podía
descubrir quién era ella, ni de dónde venía. Su pelo había crecido mucho,
puesto que nunca se lo había cortado, para que sus poderes no se extinguieran.
Rapunzel había convivido con ellos desde siempre, por lo que no le extrañaba su
existencia. Eran parte de ella. Descubrió una trampilla escondida en un rincón
de la habitación. Se trataba de un trozo de madera agrietado y de un marrón muy
oscuro. Tras muchos esfuerzos y después de varios días estudiando su mecanismo
y reflexionando sobre la mejor forma de forzarla, logró abrirla. En aquel
momento sintió una presión muy fuerte en su pecho; tenía miedo por no ser capaz
de sobrevivir en un mundo donde nunca había estado, pero a la vez necesitaba
salir y descubrir sus orígenes. Así que tras unos segundos, se internó por la
trampilla sin saber aún qué le deparaba aquella gran aventura que estaba a
punto de vivir. Su vida comenzó en aquel momento.
…
Se encontraba en un lugar extraño, nunca se lo había
imaginado de aquella forma. Parecían túneles. Era un lugar muy frío y húmedo.
Todo estaba a oscuras. Rapunzel tenía mucho miedo, su cabeza le decía que
parase, pero su corazón le rogaba que continuara a pesar de las incertidumbres.
Durante el trayecto, su cabeza pensaba y pensaba. Reflexionaba sobre todos esos
años encerrada, pensaba también sobre quién era, cómo era, y cómo le gustaría
ser. Sus pensamientos vagaron por un sinfín de lugares, algunos conocidos y otros
en los que nunca había estado. Sentía pavor y estaba muy aturdida por estar
haciendo aquello tan peligroso y desconocido. No sabía si estaba haciendo lo
correcto, ni si sería capaz de lograr llegar a alguna parte sin que antes se
hiriera o fuera raptada por cualquiera que pasase por allí. Se sentía débil y
cansada. Pero a pesar de todo, continuaba caminando. Paso tras paso, y con la
mirada al frente, guiada por sus instintos y confiando en ella misma. En su
interior tenía una energía que la guiaba hacia delante y que la hacía confiar a
pesar de todo.
…
Por fin divisó una franja de luz que provenía de una puerta
vieja de madera. Estaba cerrada. <<¿Y ahora qué, Rapunzel? Me he vuelto
loca, no puedo hacerlo, no debo hacerlo>>. Pero seguía forcejeando
aquella puerta. Cuando estuvo a punto de rendirse, la puerta se abrió,
deslumbrándola. Sus ojos se cerraron ante la inmensa luz que entraba de
repente. Poco a poco, fue abriendo los ojos y descubriendo un mundo
extraordinario. Puso un pie en el exterior, temerosa de que de pronto se
callera ante el peso de su pie. Observando que no ocurría nada, salió
definitivamente y lo que sintió fue indescriptible. Saltó, gritó, corrió y
respiró un aire tan puro que hizo que llorara de alegría. Se tomó un tiempo
para recomponer aquel torbellino de emociones y autoconvenciéndose que lo había
logrado. ¡Era libre!
Caminó hacia el punto de donde siempre ascendían los
farolillos, y tras varias semanas, llegó al fin a un pequeño pueblo, donde
vislumbró una imagen de una princesa bebé que la recordaba mucho a ella.
Conoció y trabajó con muchas personas como aprendiz. Con el paso del tiempo, la
gente del pueblo iba conociendo a Rapunzel, y se hizo conocida por su gran
personalidad: trabajadora, generosa, luchadora, incansable, soñadora y, sobre
todo, agradecida a todo aquel que la aceptaba en su oficio y que la pagaba con
un techo bajo el que dormir, agua y comida. Todo el mundo hablaba de ella,
tanto que llegó a ser el centro de muchas de las conversaciones dentro del
palacio. Los reyes escuchaban al principio sin gran interés sobre aquella joven
entrañable que había abandonado a su madre y a su hogar, pero que lo necesitaba
para poder llegar a ser feliz.
Pero con el paso de
los días, semanas e incluso meses, cada vez más personas hablaban de la joven
nombrándola por su nombre: Rapunzel. A los reyes les extrañó enormemente que
cualquier joven tuviera ese nombre, puesto que había sido inventado por ellos
mismos en honor a sus antepasados. Hasta que de pronto, se dieron cuenta de
quién se trataba, e investigaron interrogando a todo aquel que hablaba sobre
ella. Tras varias respuestas no muy precisas y con informaciones poco
detalladas, descubrieron a un mercader que afirmaba que la joven trabajaba con
él, intercambiando productos con los inmigrantes que llegaban al reino. El
mercader les informó que al final del día, Rapunzel iría al puesto como cada atardecer,
para contabilizar las ventas obtenidas. Así que los reyes no dudaron en esperar
hasta el atardecer. Con la mente perdida en el horizonte, y los pensamientos de
ambos vagando por los recuerdos y anhelos de reencontrarse con su hija, los
reyes aguardaban esperanzados y con los ojos muy abiertos. Cuando creían que no
llegaría la joven, divisaron al final de la calle una sombra de una mujer
esbelta cargada de cestas y dirigiendo un carro, con un largo pelo trenzado
tras su espalda. A tan solo unos pasos de reencontrarse, los reyes se
levantaron y caminaron hacia el frente, acortando así la larga distancia entre
ellos. La princesa no se percató de su presencia hasta escasos metros. Levantó
la mirada y observó a dos personas con dos coronas sobre sus cabezas. No sabía
quiénes eran ni de dónde venían, pero las coronas gritaban al viento que eran
los reyes del reino. Rapunzel se quedó inmóvil, confundida y sorprendida de que
aquellos reyes se interpusieran en su camino. Los reyes se miraron entre sí,
con una gran sonrisa y los ojos llenos de lágrimas que amenazaban con caerse
sobre sus mejillas. Miraron de nuevo a Rapunzel y exclamaron:
- - ¡Hola,
hija!, ¿eres tú, Rapunzel?
Rapunzel seguía sin comprender, pero al ver de nuevo sus
rostros de alivio y felicidad, observó sus rostros y encontró en ellos
sentimientos que tenía olvidados: añoranza y amor. Se fijó en sus rasgos
faciales, e incluso en sus miradas, que le transmitían una familiaridad que la
dejó paralizada. ¡Aquellos reyes eran sus padres! Tras una larga mirada que iba
convirtiéndose en reconocimiento, los tres se abrazaron.
Rapunzel narró de vuelta a su verdadero hogar, cómo fueron
sus primeros 18 años de vida, dónde estuvo y con quién. Les contó también cómo
consiguió escapar y su largo camino hacia el reino. Los padres se quedaron
boquiabiertos y sorprendidos de que hubiera sido capaz de conseguir todo
aquello y sobre todo, sin ayuda de nadie.
Ya a punto de llegar al castillo, se toparon con la “madre”
de Rapunzel. La princesa no la reconoció puesto que era muy muy vieja. No
obstante, cuando ésta le habló, en seguida supo quien era. Los reyes entendieron
todo, y rápido encomendaron a los soldados que la atraparan y encarcelaran. La
mujer vieja lloró y lloró, gritando:
- - ¡No,
por favor! Solo quiero despedirme de la princesa. Tened piedad, solo necesito
dos minutos con ella. Se lo debo.
Rapunzel dio el alto a los soldados y accedió a hablar con
ella. Se sorprendió cuando escuchó sus disculpas, y notó la culpabilidad y sufrimiento
en su voz. Comprendió entonces sus motivos reales que la llevaron a actuar de
aquella manera. Solo necesitaba retroceder en el tiempo y conseguir sentirse
amada y respetada. Y no supo qué decir cuándo la mujer le dijo:
-
Pero
Rapunzel, ya no quiero rejuvenecer, porque ya he conseguido ese amor y ese respeto
que tanto añoraba.
- - ¿Dónde?,
¿cuándo? - preguntó Rapunzel sin llegar a comprender.
- - Contigo,
durante estos 18 años. Gracias, Rapunzel, porque a pesar de no comprender por
qué debías vivir alejada de todos, seguiste queriéndome y respetándome cada
día. Por eso te pido perdón, Rapunzel. Porque no supe valorar aquello que tanto
soñaba. Me has dado una lección muy importante…
Rapunzel seguía sin comprender por
qué aquella mujer, lloraba y la agarraba pidiéndole que le escuchara.
-
… - Me has hecho comprender que soy y he sido yo la que no he sabido vivir el
presente y fijarme en lo positivo de cada circunstancia ni de las cualidades de
cada persona. Gracias, Rapunzel, te debo la vida.
Y de pronto, la mujer se giró y fue desapareciendo poco a poco. Los reyes volvieron con los soldados, dispuestos a atraparla, pero Rapunzel lo impidió y la dejó ir.
Se quedó de pie, sin decir una palabra más, observando a la que había sido su madre.
Considero que este tipo de textos literarios pueden hacer reflexionar a los aprendices sobre muchos aspectos diferentes de sus propias vidas, además de ayudarles a forjar una opinión propia con respecto a temas sociales tan controvertidos.
Y finalmente, para 6º de primaria, he creado un texto dramático con la estrategia llamada "La bandera". He escogido esta estrategia ya que en los aprendices de aproximadamente 11 años puede llegar a ser muy enriquecedora. Se trata de niños y niñas, que se encuentran aún en el proceso formativo donde continúan desarrollando su yo y comprendiendo quiénes son ellos y el mundo que les rodea. Crear textos de sus países, en función de lo que para cada uno de ellos es importante y esencial, es una forma que desde mi punto de vista, les ayuda a forjar no solo su identidad personal, sino también la colectiva: cómo querrían que fuera el mundo, la sociedad, qué aspectos positivos y negativos observan en ella, cambios que ellos realizarían, etc. Creando sus propios países, aumentará su interés e ilusión por cambiar aquellos aspectos que consideren que tiene que cambiar nuestra sociedad. He decidido hablar sobre la empatía, un valor que creo que debe primar en cualquiera de nosotros, y además considero que los aprendices de estas edades la poseen en gran medida. De alguna manera, utilizaría este texto en el aula para hacerles ver lo importante que es y fomentarles aún más ese valor innato que poseen para que nunca lo pierdan.
EMPATILANDIA.
En un planeta no muy lejano al que
conocemos y vacío en casi toda su extensión, se encontraba un país llamado
Empatilandia. Se trataba de un territorio, donde todos sus habitantes empáticos
convivían todos con todos. No eran muchos, pero nunca se separaban unos de
otros.
Si alguno de ellos se sentía
triste, enfadado, alegre, rabioso, furioso, aburrido, divertido, al menos otro
de ellos empatizaba con el que sintiera una emoción determinada. No eran
humanos, pero tenían características muy similares a ellos. Todos los días sentían
hasta mil emociones, por lo que la ayuda de los demás siempre era muy
importante. Cuando se sentían escuchados, comprendidos y apoyados, su emoción
era capaz de compartirse, mantenerse visible en forma de humo para después guardarse
para siempre en su corazón, en un despartimiento. Ese acto era conocido por los ciudadanos
como “Exteriorización”. Si ese proceso no sucedía, era porque nadie había
escuchado y comprendido al que lo hubiera necesitado, y aquel o aquella que lo hubiera
experimentado sufriría grandes dolores en el corazón para siempre, a no ser que
encontrara un consuelo. Por fortuna, nunca había llegado a pasar, porque los empáticos
conocían todas las consecuencias gracias a la enciclopedia escrita por sus
antepasados. Conozcamos a algunos de los
habitantes:
ARWEN: ¡Eh, chicos! Ayer
fue un gran día, pudimos plantar muchos árboles, ya era hora…
MIRIEL: Sí, porque
nuestros hogares dependen de ellos. Sin ellos no podríamos fabricar casitas de
madera, ni columpios, ¡ni cajas de madera para la ceremonia!
ARWEN: Espera… ¿no sientes
algo?
CIRDAN: ¿Qué dices Arwen? Yo
no noto nada… - Cirdan era muy pequeño, tenía apenas 5 años y aún estaba
comprendiendo la importancia de ser sensibles a los sentimientos de los demás. Estaba
formándose aún en la escuela de las emociones, y le costaba bastante entender
lo que le explicaban.
MIRIEL: Creo que son Lories
y Légolas. Vamos a ver qué puede estar ocurriendo.
Se dirigieron a la casa situada
en el árbol principal. Lories y Légolas eran los compañeros del colegio de
Cirdan y estaban muy asustados.
FINROD: Menos mal que
habéis venido, no encuentro por ningún lado a los demás, deben estar trabajando
en la nueva instalación de curaciones.
MIRIEL: ¿Qué está pasando?
Hemos notado algo extraño y nos palpita el corazón como cuando ocurre algo a
alguno de los nuestros.
FINROD: Son Lories y Légolas,
no paran de llorar y no consigo que me expliquen qué les ocurre. Les noto muy
nerviosos, asustados y están desolados.
ARWEN: Trataremos de
lograr que nos cuenten lo sucedido entre los tres, ¿seis ojos y manos mejor que
dos no?
Se dirigieron al lugar donde se
encontraban los niños.
ARWEN: Chicos, ¿estáis
bien?, ¿qué os ocurre? - Los niños miraban horrorizados a Arwen, Finrod y
Miriel, sin poder expresar ninguna palabra, solo se podían escuchar sus sollozos.
FINROD: ¿Veis? No sueltan
prenda, y ya no sé que podemos hacer. A lo mejor deberíamos irnos y dejarles
solos para que se tranquilicen, ya nos buscarán cuando necesiten contarnos
todo.
MIRIEL: ¡Ni hablar! Iros vosotros,
yo me quedaré aquí.
ARWEN: Finrod, creo que
deberías irte, los niños parecen no estar a gusto y cuanta menos gente haya
aquí mejor. Iré a buscarte en cuanto sepamos algo – Finrod asintió, esperando
que su marcha ayudara de alguna forma a aquellos pequeños.
MIRIEL: Arwen, esto es lo
que haremos, nos sentaremos a su lado y esperaremos pacientemente a que estén
preparados para contarnos lo sucedido. ¿De acuerdo? - Arwen asintió, sabía que
Miriel conocía bien a los niños y que tenía una sintonía que a él le costaba
tener a veces. No obstante el corazón le palpitaba igual de fuerte, ya que no soportaba
ver a nadie sufriendo.
Ambos se sentaron al lado de los
niños, y éstos se quedaron sorprendidos al observar que no les interrogaban y
que esperaban pacientemente a que hablaran. Miriel, cuando notó que los niños
se iban calmando, se acurrucó junto a ellos para darles el amor que notaba que
necesitaban. Y pronto, sucedió la magia: los niños comenzaron a contarles qué
sentían.
LORIES: Estamos muy tristes.
LÉGOLAS: Y asustados. Hemos visto una sombra y hemos huido hasta aquí pero tenemos miedo
de que nos descubra y nos haga daño.
ARWEN:
No os preocupéis, esa sombra no os hará nada. Es una compañera a la que debéis
acostumbraros porque aparecerá en algunos momentos de vuestra vida.
LORIES y
LÉGOLAS: ¿Qué? - no comprendían lo que les contaba Arwen.
MIRIEL:
Lories, Légolas, esa sombra es el sentimiento de la añoranza, aparece cuando
echáis de menos algo o a alguien. ¿Echáis de menos algo? - Los niños asintieron
efusivamente.
LORIES: Nuestro antiguo bosque. Nuestros padres, Elentari y Cirdan, tuvieron que
cambiarse de bosque para colaborar en la construcción y tuvimos que
acompañarlos.
MIRIEL: Os
comprendo, pero pensad que aquí encontraréis nuevos amigos y juegos y que
aprenderéis también muchas cosas. ¿Queréis venir con nosotros a la ceremonia de
nuestra ciudad?
Los niños
asintieron de nuevo, con los ojos llenos de ilusión. La sombra desapareció y los
latidos de los corazones de Arwen y Miriel se calmaron de nuevo, sustituyéndose
por el hormigueo de sus cuerpos que indicaba calma y alegría.
Durante la
ceremonia, los tres niños observaron por primera vez el proceso de exteriorizar
las emociones, y cómo los ciudadanos que lo realizaban se sentían mejor y mucho
más sosegados. No supieron por qué pero comprendieron la importancia de compartir
las experiencias y emociones, y con ello también comprendieron que la empatía
hacia los demás es vital para ellos mismos y para todos los que les rodean.
LORIES:
Acabo de entender todo, la sombra, los pálpitos del corazón, las miradas de los
empáticos con los que nos hemos cruzado, ¡y hasta creo que he conseguido ser
empático!
LÉGOLAS:
Siento lo mismo, pero no sé si soy empático o no. No escuché a Cirdan cuando
sabía que estaba enfadado, ni a Eldar cuando estaba solo y me miraba pidiéndome
compañía. Tampoco celebré la alegría de Indis…
ARWEN:
Légolas, si estás descubriendo todas esas emociones de los otros, y
reflexionando lo que no supiste o no quisiste hacer, estás aprendiendo a ser
empático – Légolas le miró con los ojos muy abiertos, esperanzado.
De vuelta a
casa, todos observaron a Finrod que estaba sentada llorando, desconsolada. Todos
sintieron de nuevo los latidos pero fue Légolas quien, decidido a ayudar a Finrod,
se dirigió a ella para abrazarla muy fuerte. Intuía que necesitaba su cariño
porque pensaba que no había estado a la altura aquella tarde.
FINROD:
¡Légolas!, ¿Qué haces? - Légolas lloró con ella, abrazándola aún más fuerte.
LÉGOLAS: No te preocupes por nada, sí nos ayudaste aunque no lo creas. Con tu presencia
sabíamos que no nos pasaría nada. ¡Gracias Finrod!
FINROD:
Gracias a ti, pequeño empático.
Todos en Empatilandia
aprendían en qué consiste el ciclo de sus vidas: nacer, crecer, aprender y morir,
pero también comprender qué es empatizar y lograr aprender a ser generosos con
las emociones y sentimientos propios y ajenos. Solo lograrán vivir si consiguen
desarrollar el gran valor de la empatía.
Finalmente, les enseñaría la bandera que he creado del país Empatilandia:
CONCLUSIÓN.
Esta propuesta ha sido también un reto para mí. La creación de textos es una tarea que es complicada desde mi punto de vista ya que requiere de mucha creatividad e imaginación. Ha sido un camino frustrante por momentos, pero en otros me he sentido realizada por haber conseguido crear textos de diferentes géneros que además se adaptan al desarrollo evolutivo y cognitivo de los niños y niñas de diferentes cursos de educación primaria. Como comentaba en el inicio de esta propuesta, la creación literaria es esencial para el proceso formativo de los aprendices. Desgraciadamente, en la escuela no se le presta mucha atención y se suele dejar de lado. Es por ello que esta propuesta ha sido muy interesante para mí puesto que no solo he tenido que realizar varias creaciones, sino que también me ha hecho comprobar la importancia que tiene y lo fácil o difícil que puede llegar a ser. Desde mi punto de vista, todos nosotros y nosotras deberíamos crear textos literarios, porque nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, a interiorizar aspectos de nuestra vida cotidiana a los que tenemos en un segundo plano, pero también a poner sobre la mesa nuestros deseos y aspiraciones. Si para nosotros, los adultos, es enriquecedor este proceso literario, para los niños y niñas aún más. Además, los aprendices cuentan con grandes ventajas: su creatividad e imaginación son desbordantes, por lo que probablemente tengan menos obstáculos que muchos de nosotros y nosotras. Por otro lado, les enriquecerá enormemente su proceso de aprendizaje y de construcción de la personalidad e identidad.
En definitiva, la creación literaria ha sido un descubrimiento para mí, en el sentido de que he descubierto que soy capaz de crear textos y que no es tan difícil si se practica de forma continuada. Porque la creatividad e imaginación se pueden trabajar, y como futuros docentes, tenemos el deber de desarrollar este tipo de procesos y habilidades, por nosotros y por todos los niños y niñas que en un futuro no tan lejano nos tomarán como unos referentes y podrán descubrir mundos nuevos con nuestra ayuda, guía, esfuerzo e inspiración.