INTRODUCCIÓN
Me
gustaría comenzar destacando el significado de competencia lingüística, puesto
que en esta propuesta abordaré diferentes cuestiones y crearé estrategias y
situaciones que giran en torno a este concepto. Esta competencia, además,
atiende a dos elementos, la expresión y comprensión oral que serán
desarrolladas a través de diferentes destrezas
Asimismo,
me gustaría recalcar quiénes son los “buenos comunicadores”,
puesto que la competencia lingüística no atiende solamente a comunicar y
expresar correctamente, sino que también presta atención a la adecuación del
propio lenguaje, lo que se denomina la competencia pragmática. “La competencia
pragmática es uno de los componentes que algunos autores han descrito en
la competencia comunicativa. Atañe a la capacidad de realizar un uso
comunicativo de la lengua en el que se tengan presentes no solo las relaciones
que se dan entre los signos lingüísticos y sus referentes, sino también las
relaciones pragmáticas, es decir, aquellas que se dan entre el sistema de la
lengua, por un lado, y los interlocutores y el contexto de comunicación por
otro
Fuente: (We
help you playing, 2020).
No
obstante, en esta definición falta un componente clave y que es imprescindible
para ser un buen comunicador: la escucha activa. “Escuchar
activamente aporta ventajas ya que a la medida se aprenden nuevas técnicas de
escucha tales como: prestar atención utilizando el contacto visual, el lenguaje
corporal y eliminar la tentación de tener una respuesta en automático; la meta
no es simplemente escuchar el mensaje sino entenderlo totalmente, con todo y
emociones”
“Desde el punto de vista
docente, las prácticas comunicativas están encaminadas a satisfacer las
necesidades de los alumnos de forma gradual, procurando que las actividades
tengan un porqué y aprendan a mejorar la expresión oral sin necesidad de ser un
pretexto para trabajar otras destrezas. Por ello, la expresión y la interacción
orales deben estar fundamentadas en principios no solo lingüísticos, sino
también pragmáticos para reflexionar sobre el uso social y la adecuación a la
situación e intenciones comunicativas de los hablantes”
Como
maestros, debemos enseñar a los aprendices a tener diferentes escuchas
atendiendo a su objetivo en la comunicación, que variará según sus intereses y
situaciones. Paralelamente, debemos fomentar la competencia lingüística oral de
forma continua, para desarrollar las destrezas necesarias en contextos sociales
diferentes. Para ello, se puede practicar de diferentes formas:
individualmente, mediante exposiciones o discursos; en pequeños grupos o en
gran grupo. Esta última modalidad de trabajo es la que se presenta en esta
propuesta.
Fuente:
ELECCIÓN DEL TEMA-EDAD Y JUSTIFICACIÓN.
El tema que he escogido para
trabajar la competencia lingüística en gran grupo es el siguiente: Los
cambios que haríamos en nuestro patio. El grupo al que irá destinado es 4º
de primaria, con niños de aproximadamente 9 años.
He escogido este tema, por varios
motivos: En primer lugar, porque lo considero cercano a la experiencia del
alumnado, pues cada día pasan bastante tiempo en esos espacios de juego. En
segundo lugar, porque siempre solemos dar mucha importancia a los espacios y
temáticas que se dan en el aula y considero igual de importante hablar sobre
los espacios fuera de ella (lo que se denomina educación no formal).
Y por otra parte, gracias a las
prácticas que he podido realizar el pasado semestre (en 4º de primaria), pude
comprobar que el juego y la hora del recreo eran temas que interesaban mucho a
los niños y niñas. Y no solo les interesan, es lo que muchas veces les motiva
para enfrentar las clases día a día. A su vez, considero que tendemos a no
escuchar las voces de los aprendices, pues solemos considerarlas irrelevantes o
que no aportan nada nuevo en nuestra forma de ver el mundo. Desde mi punto de
vista, cometemos un gran error, pues los niños y niñas dan una visión
completamente distinta y en ocasiones, mucho más práctica. ¿Y quién mejor
que ellos para decidir cómo quieren que estén construidas o distribuidas sus
zonas de juego? Son ellos los que pasan muchas horas en ellas, y por tanto,
tienen el mismo derecho (o más) para decidir cómo y dónde quieren disfrutar de
sus tiempos de ocio. En este sentido, este tema promueve una situación ideal de
diálogo, donde el componente emocional también cumple un papel importante.
CONTEXTUALIZACIÓN.
En primer lugar, crearé un
ambiente adecuado para esta actividad de comunicación oral en gran grupo. Para
ello, pediré a los niños y niñas que se coloquen en círculo. De esta manera,
estaremos todos y todas en igualdad de condiciones, y los aprendices tendrán la
sensación de ser parte de un grupo, donde todos son importantes y esenciales
para que la actividad funcione.
Fuente:
A continuación, les empezaré
explicando por qué les he colocado de esta manera (teniendo en cuenta que habré
creado un sentimiento de expectación y curiosidad por lo que se va a
hacer). Seguidamente, pondremos entre todos democráticamente unas normas
básicas de comportamiento que se centrarán en el respeto hacia los demás y a
las diferencias de opiniones. Mi pretensión será llegar a un acuerdo de
aproximadamente cinco normas como mínimo, que escribiremos en un papel o en la
pizarra para tenerlas presentes en todo momento:
NORMAS DE
CONVIVENCIA 1.
Respetar los turnos de palabra. No podemos
hablar si un compañero tiene el turno. 2.
Levantar la mano para pedir turno de palabra y
esperar a que nos toque pacientemente. 3.
Escuchar atentamente al hablante y apuntar
posibles argumentos en contra o a favor, pero siempre respetando al otro. 4.
Apuntar al menos una cualidad y algo para
mejorar de cada uno de nuestros compañeros. 5.
Cada intervención no puede durar más de dos
minutos. |
Finalmente, les explicaré el tema
de conversación, haciéndoles entender que cada opinión es muy necesaria, y que
se necesita la participación de todos ellos. Me encargaré también de que haya
un clima relajado y de confianza. Para ello, les explicaré que nunca van a
decir nada que esté mal, solo algo para mejorar. Les haré ver que TODOS
cometemos algunos fallos al hablar, incluida la maestra. Se les explicará la
importancia de que den su opinión, puesto que se llevará una carta final a dirección
con sus aportaciones, con la intención de que se realicen los cambios que se
puedan. De esta manera, crearé un objetivo común que les motivará para ponerse
de acuerdo y establecer realmente ese diálogo que se persigue con esta
propuesta.
“Para aprender a comunicarse
en una situación formal, los chicos y chicas tienen que disponer de tiempo para
pensar lo que van a decir, ampliar las ideas, seleccionarlas, ordenarlas, saber
cómo decirlas y adecuarlas a su estilo personal”
PREGUNTAS DE ANDAMIAJE Y
MEDIACIÓN.
Para conseguir que sea
verdaderamente un diálogo entre todos, y no solamente pequeños monólogos,
realizaré algunas preguntas de andamiaje para encaminar y guiar toda la
acción comunicativa entre los aprendices:
- ¿Os gusta cómo es el patio del colegio?
- ¿Qué es lo que más os gusta, y que no
querríais cambiar?
- ¿Estáis todos de acuerdo?, ¿Quién no lo
está?, ¿por qué?
- ¿Qué cambios haríais?, ¿para qué?
- ¿Qué cambios físicos haríais?
- ¿A qué os gustaría jugar si tuvierais una
zona de juegos de mesa?
- ¿Qué pasa cuando llueve?, ¿Qué podríamos
hacer para poder salir aun así al patio?
- ¿Incluiríais (más) bancos?, ¿por qué?, ¿por
qué no?
- ¿Y más columpios?, ¿dónde?
- ¿Y en cuanto a su distribución?, ¿Cómo colocaríais los columpios y las pistas?, ¿y dónde incluiríais esos otros
columpios, o la zona de biblioteca?
- ¿Podríais decirme vuestros argumentos para que el director/a nos haga caso y se plantee estos cambios?
Con estas preguntas, ayudaría a los aprendices a que tuvieran clara su intención comunicativa: si quieren convencer a los otros ya sea mediante narraciones o explicaciones, argumentar sus opiniones y puntos de vista, describir cómo se imaginan la distribución del patio o las formas de sus columpios, etc.
Según surgieran los diferentes
diálogos, iría incluyendo otras preguntas de andamiaje. Cada grupo-clase es
diferente, y según las personalidades el diálogo podrá ser muy fluido (por lo
que probablemente no tuviera que hacer apenas preguntas), o estancarse y tener
que guiar más la conversación entre los aprendices. Además, según por donde se
dirigieran los argumentos y propuestas, probablemente se me irían ocurriendo
diferentes preguntas (como suele ocurrir en cualquier diálogo), por lo que las expuestas son preguntas que sirven de una guía
genérica.
Durante el diálogo, comenzaré
guiando más las intervenciones, hasta que sean los propios aprendices los que
consigan poco a poco comprender la actividad y por ello, hablar de forma (o casi) natural. Dichas intervenciones estarán muy medidas por mi parte, para no coartar la expresividad de los niños y niñas. En un principio, iré por orden, para asegurarme de que hablen todos los niños.
Poco a poco, los niños irán tomando la palabra sin seguir el orden a lo mejor, como
ocurre normalmente en cualquier conversación. No obstante, yo me encargaré de
dar los turnos de palabra y de observar quiénes están tomando mucho la palabra
y quiénes la toman poco o nada. Una vez observado esto, realizaré más preguntas
de andamiaje para esos niños en concreto, de forma que realmente sea un diálogo
donde la participación sea más o menos equitativa.
Por otra parte, otra de mis
labores será mediar para evitar los monólogos. Para ello, intervendré cuando se
pase rápidamente de una idea a otra, haciéndoles ver que no hemos acabado de hablar
de lo anterior, y preguntando cuestiones más concretas para que finalicen o
agoten la idea previa. Otra manera que también podría surtir efecto es lanzar
algunas preguntas que como maestra no me han quedado claras, de forma que traten
de explicarme entre todos lo que han pensado y reflexionado.
Además, durante las
intervenciones de los diferentes niños, emplearé también algunos refuerzos,
tanto positivos como negativos, que también les servirán como guía. Algunos de
los refuerzos positivos que emplearé serán:
- Mirada, para hacerles ver que los escucho y que me interesa lo que cuentan.
- Sonrisa. Para transmitirles confianza y seguridad, así como tranquilidad, animándolos a que sigan expresándose.
- Gestos de asentimiento.
- Palabras y preguntas que valoren el esfuerzo y actitud. Como por ejemplo, “vas muy bien”, “¿puedes contarnos más?, “qué interesante”, etc.
- Apoyo: ayuda si lo necesita (aunque se tratará de evitar, puesto que se valorará también si salen de sus bloqueos).
Y en cuanto
a los refuerzos negativos:
- Como he comentado previamente, avisar de que no es su turno para hablar y que debe tener paciencia.
- Darle un toque en el hombro siempre que quiera hablar.
- Gestos informando de que no es el turno o que escuche al compañero que está hablando.
- Señalar la norma incumplida.
- Reformulaciones que corrijan aquellas construcciones léxico-gramaticales incorrectas.
- Hacer ver que lo que ha dicho no tiene que ver con lo que estamos hablando o con lo que ha expuesto el compañero anterior.
- De esta forma, considero que no se deja en evidencia a aquellos niños que hablan demasiado, pero se les pide que respeten las normas, al igual que sus compañeros.
Para acabar con la actividad, les propondría que hiciéramos una puesta en común sobre todo lo acordado en el diálogo, por lo que valoraré en este momento la comprensión oral y su nivel de atención.
ACTUACIÓN CON NIÑO TÍMIDO Y NIÑO EXCESIVAMENTE HABLADOR.
En el caso del niño tímido,
haría una preparación concreta previa junto a él (esta preparación previa
deberán hacerla todos, como ya he comentado y será también evaluable. En esta
preparación, sugeriré al niño que la haga según su propio criterio y que,
posteriormente, yo revisaré. Será en ese momento donde le daré algunas pautas
para ayudarle a que se sienta más cómodo durante su intervención. Le diré que
nadie se va a reír de él, y que yo y sus compañeros le ayudaremos si no le
salen las palabras o si las dice incorrectamente. De esta forma, el niño comprenderá
que no va a ser en ningún caso criticado ni juzgado pero sobre todo, servirá
para hacerle ver que su participación es indispensable y que su opinión es muy
necesaria para todos nosotros. Se le hará notar que es muy importante, al igual
que los demás, y se le pediría el favor o la ayuda de que se comprometiera,
aunque sea, a esforzarse por participar.
En los primeros minutos, el niño
tímido tendrá el turno de palabra “obligatoria”, que le servirá para romper el
hielo y para forzarse a hablar aunque le cueste. En los siguientes minutos, si
no hablara, le daría tiempo para que se acostumbre a la situación y coja
confianza observando las dinámicas y comprobando que toda opinión e
intervención es válida y necesaria para nuestro aprendizaje. Una vez pasado el
tiempo suficiente, pediría a algunos compañeros que le ayudasen durante su
intervención, solo si éste la pide. Por otro lado, fomentaría su participación
haciéndole preguntas dirigidas a él, apoyándole gestualmente y con la mirada e
incluso ayudándole a completar sus frases si lo viera necesario. Cuando acabara
su intervención, la maestra siempre le dará refuerzos positivos (esto es aplicable
también al grupo-clase. Es decir, a todos los niños se les ayudará en caso
necesario y se les dará refuerzos positivos).
En cuanto al niño
excesivamente hablador, me aseguraré antes de comenzar que ha comprendido
todas las normas acordadas, preguntando a toda la clase si alguien necesita
alguna aclaración. Me fijaré en este niño en concreto y si no contestara le
preguntaría a él en concreto. En este momento, explicaría que si alguien habla
cuando no debe, entre todos tenemos que hacerle ver que no es su turno y que
para ello podemos tocar al compañero concreto en el hombro, brazo o pierna,
para avisarle de forma educada y respetuosamente de que no es su turno. Este gesto
siempre lo harán los niños que se encuentren a los lados, para evitar que se levanten
y que la conversación se interrumpa. Pondré un ejemplo con el niño hablador, de
forma que a todos les quede claro y que al niño en concreto le sirva también
para comprenderlo. Será una buena manera de no ponerle en evidencia pero también
de asegurarme que ha comprendido el “método de contención”. Durante el diálogo, además de este recurso,
también avisaré con oraciones como “Enrique, no es tu turno, no has levantado
la mano. ¿Te acuerdas de lo que hemos hablado?”. De nuevo, esto será aplicable
para todo el grupo clase. El método de actuación será el mismo para todas las
normas acordadas y que sean incumplidas, así como las posibles faltas de
respeto. Se dejará desde un primer momento claro que no se permiten las
palabras hirientes, y que el respeto es lo más importante.
En el caso de que el niño
incumpliera aun así la norma de no respetar el turno de palabra, hablaría
después de clase a solas con él, para que reflexionara sobre su comportamiento.
Aunque esta última medida será muy improbable que suceda, puesto que considero
que las estrategias que se realizarían durante el debate permiten que, tanto
este niño, como los demás aprendan a que deben respetar y escuchar a sus
compañeros siempre que hablen.
EVALUACIÓN.
“El maestro debe procurar que
el alumno no vea la evaluación como algo negativo donde siempre existe un
correctivo; al contrario, debe intentar que el alumno acepte con naturalidad
el ser evaluado y que la evaluación de sus producciones se convierta en un
instrumento positivo para avanzar, para medir sus logros y para mejorar la
práctica de la expresión oral (Bordón, 2008)”
Para la evaluación, emplearé una rúbrica
donde valoraré diferentes ítems que iré observando durante el diálogo. En ella, evaluaré tanto la expresión (oral y extralingüística o corporal) como la comprensión oral. Para la
realización de esta rúbrica, me he apoyado en varias fuentes que me han servido
de apoyo y referencia. En concreto, me gustaría incluir una tabla recogida de
una revista para valorar no solo la expresión oral, sino también la escucha
activa:
Fuente:
Por otro lado, utilizaría si fuera
posible el recurso de grabación del diálogo (habiendo pedido permiso a las
familias para la grabación), para que los propios aprendices también pudieran
evaluarse. Esto se realizaría en la siguiente sesión, donde se les mostraría algunos fragmentos de la grabación y les daría una pequeña rúbrica para que se autoevaluaran. De esta
forma, los aprendices podrán tomar consciencia de su propio discurso y de los
posibles errores cometidos.
|
PUEDO HACERLO MEJOR |
BIEN |
GENIAL |
CLARIDAD
Y VOLUMEN DE VOZ. |
No he
hablado con claridad y mi tono de voz no siempre ha sido el adecuado. |
He hablado
claramente, aunque mi tono de voz no siempre ha sido el adecuado. |
He
hablado claramente, respetando las pausas y con un volumen adecuado para que
todos me escucharan bien. |
MIRADA
A MI INTERLOCUTOR. |
No he
mirado casi a mis compañeros y profesora. |
He mirado
a veces a mis compañeros y profesora. |
He mirado
siempre a mis compañeros y profesora. |
VOCALIZACIÓN |
No he vocalizado
en muchas de mis intervenciones. |
He vocalizado
en algunas de mis intervenciones. |
He vocalizado
en todas o casi todas mis intervenciones. |
COMENTO
A AL MENOS DOS COMPAÑEROS MIS VALORACIONES. |
No he
comentado a mis compañeros mis valoraciones. |
He comentado
a un compañero mis valoraciones. |
He comentado
a dos o más compañeros mis valoraciones. |
RESPETO
LOS TURNOS DE PALABRA. |
No he
respetado casi los turnos de palabra. |
En muchas
ocasiones o casi siempre he respetado los turnos de palabra. |
He respetado
siempre o casi siempre los turnos de palabra. |
A continuación, incluyo la rúbrica que emplearía para evaluar a cada uno de los aprendices, que será algo más extensa:
NOMBRE
DEL ALUMN@:
|
1.
INADECUADO. |
2.
ACEPTABLE |
3.
MUY ADECUADO. |
4.
COMPETENTE. |
Pronunciación. |
Comete errores
tanto de pronunciación como de vocalización. |
A veces
comete errores de pronunciación pero vocaliza bien. |
Pronuncia
correctamente pero a veces no vocaliza bien. |
Pronuncia
las palabras correctamente y vocaliza muy bien. |
Volumen.
|
Expone muy
bajo o alto. |
Habla demasiado
bajo al exponer. |
A veces levanta
demasiado la voz. |
El volumen
es adecuado con la situación social. |
Postura. |
No mira
al público y su posición es demasiado forzada o inadecuada. |
A veces
mira al público y su posición es forzada. |
Mira al
público, aunque en ocasiones su postura es demasiado forzada. |
Su postura
es natural cuando habla y escucha. Mira siempre a sus compañeros. |
Documentación.
|
No se ha
documentado. |
Escasa referencia
a su documentación u argumentos personales. |
Durante el
diálogo a veces hace uso de su material. |
Se ha
preparado sus argumentos e incluso se apoya en materiales traídos de casa (imágenes,
ideas previas…). |
Ritmo. |
Habla demasiado
lento o rápido, no es posible seguir el hilo de su intervención. |
Mantiene
un ritmo estable, aunque no hace las pausas necesarias. |
A veces
mantiene un ritmo adecuado, pero en ocasiones no respeta los tiempos. |
Mantiene
un ritmo adecuado, respetando las pausas y los tiempos. |
Actitud
(aceptación normas, turno de palabra). |
No respeta
los turnos de palabra. Con frecuencia interrumpe las conversaciones. |
Respeta los
turnos de palabra, pero apenas interviene. |
Respeta los
turnos de palabra e interviene en ocasiones. |
Siempre respeta
los turnos de palabra e interviene casi siempre o siempre. |
Mirada. |
No mantiene
contacto visual con los interlocutores. |
No siempre
mira a los interlocutores, pero mantiene el respeto hacia ellos. |
A veces
mira a los interlocutores y mantiene el respeto hacia ellos. |
Mira siempre
a los interlocutores, y siempre mantiene el respeto hacia ellos. |
Emotividad |
Se muestra
demasiado emotivo o impasible. No hace distinciones entre frases. |
A veces
muestra cierta emotividad, pero debe mejorar. |
En ocasiones
muestra la emotividad adecuada. |
Siempre muestra
la emotividad adecuada a la situación. |
Secuenciación. |
Las intervenciones
carecen de orden y repite sus ideas constantemente, sin tener en cuenta a las
aportaciones de los compañeros. |
Comete algunos
errores y repeticiones en sus intervenciones. |
Interviene
con secuenciación bastante ordenada. |
Buena estructuración
y secuenciación en sus intervenciones. |
Léxico/vocabulario. |
Vocabulario
impreciso y genérico, emplea el vocabulario pasivo. Excesiva
presencia de vulgarismos. |
Se expresa
con vocabulario limitado y pasivo. Presenta
muletillas y tartamudeos. |
Se expresa
en ocasiones con vocabulario rico y activo. Aunque también emplea muletillas.
|
Su habla
es compleja y rica, además de espontánea. Con ausencia de vacilaciones y
muletillas. |
Fluidez. |
Poca fluidez,
necesita la ayuda de los compañeros o profesora para completar las frases. |
Poca fluidez
aunque en ocasiones encuentra recursos para salir del paso. |
Bastante
fluidez, apenas necesita ayuda de los compañeros o profesora. |
Mucha fluidez,
con ausencia de muletillas. |
Coherencia
y organización del discurso. En este ítem (junto con el de secuenciación) también se valora el pensar antes de hablar. |
Su discurso
es incoherente, no presenta una secuencia lógica. |
Su discurso
es incoherente, pero a veces logra encontrar estructuras con lógica. |
Sus
intervenciones son coherentes y presenta una unidad temática definida. |
Sus intervenciones
siguen una coherencia lógica y expone sus ideas de forma clara y concisa. |
Fuentes:
CONCLUSIÓN Y REFLEXIÓN
FINAL.
Esta propuesta, en un
primer momento, me ha parecido un poco complicada, no solo en la elección del
tema y su adecuación con la edad, sino también la actuación como maestra
durante el diálogo. Sin embargo, me parece que es una propuesta muy interesante,
y a la vez muy necesaria. Hay un fragmento en los apuntes de este primer bloque
que me ha llamado mucho la atención y en la que me he apoyado para hacer esta reflexión: “los niños suelen ver a los profesores como una gran boca
que habla y habla y habla.”
La competencia lingüística oral es de gran importancia, y en la escuela no se la presta la suficiente atención. Esta situación debe cambiar, puesto que la expresión y comprensión oral forman parte de la vida de los humanos. De hecho, Asensio (2004:8) ya afirmaba que “nada nos afecta más que se nos niegue la palabra. Privarnos de ella equivale a negar nuestro valor como personas, nuestra propia existencia. Por el contrario, pocas conductas nos producen una mayor sensación de aceptación y reconocimiento que la atenta escucha de aquello que expresamos y compartimos a través del habla”.
En
definitiva, y recalcando lo que comentaba en la introducción de esta entrada, como
futuros maestros debemos ser capaces de tener en cuenta las opiniones de los niños
y niñas y de no invisibilizarles. Debemos hacerles ver que nos importan, y que
sus pensamientos nos interesan. Y es mediante la práctica de diálogos o debates,
donde podremos lograr este propósito.
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